No podía dormir. Él había guardado todos los sueños juntos, en una bolsa de supermercado, y la bolsa se había abierto y los sueños se habían escapado, y él ya no podía dormir porque no tenía ningún sueño que soñar.
Eso decía. También decía que se le habían perdido los días, un lunes y un martes, y él los buscaba, desesperado, y esos días no estaban en ningún lugar.
No fue breve la agonía. Cada vez tenía menos aire. Al final, crucificado por las sondas, sólo conseguía balbucear.
-Que repecho tan largo.
Y se murió, sin encontrar los sueños ni los días que había tenido y se le habían ido.
Poca cosa más había tenido. Fernando Rodriguez nunca quiso tener. Fue dueño de nada, hombre desnudo; y desnudo anduvo, perseguido por los niños y los locos y los pájaros.
E. Galeano
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